miércoles, 21 de julio de 2010

LA VERDAD SOBRE MI OMBLIGO.

Lo cierto es que, en el lugar donde hoy tengo puesto el ombligo, antes tenía plaNtado un árbol:

“YO ERA LA MADRE TIERRA”

Todo lo que había en mi me pertenecía. En el árbol vivía una pareja de petirrojos, bajo él una margarita que desprendía un olor refrescante y puro. La margarita la habitaba una preciosa mariposa de colores vivos que pasaba las tardes revoloteando alrededor. Los petirrojos cantaban y el árbol daba sombra.

TODO ERA PERFECTO

Llegó la primavera, y de las flores del árbol nacieron manzanas y la pareja de petirrojos tuvo polluelos.

Una nube se posó sobre nosotros.

Los petirrojos tuvieron que comerse a la mariposa para dársela a sus polluelos, una manzana maduró y cayó del árbol chafando a las margarita y de repente empezó a llover, a tronar, a diluviar…

Alguien arrancó el árbol y una luz me cegó.

“Felicidades, su hija es perfecta”

Y mi madre me besó.

FIN (PRINCIPIO).

By Pachuli Caracol.

lunes, 19 de julio de 2010

Sólo un momento

Debería vaciar la cabeza y dedicar un momento a llorar tranquilo. Debería dejar este ritmo frenético. Estudios, música, gente. Estudios, música, gente. Estudios...
Un momento de intimidad, un instante de quedarme solo sin hacer nada. Nada de nada. Pero no hay manera. Si bajo a pasear, me pongo los auriculares, no dejo que la calle me hable, que mi cabeza me hable. No encuentro el cable para desconectarme del mundo durante 24 horas y hundirme en mi pozo. Si, yo también tengo un pozo, no todo son cielos azules y sonrisas. De hecho, hay más bien poco de eso.
Me he dado cuenta de que mi vida es sencilla a más no poder. No hay emociones fuera de la música, fuera de la atracción hacia el sexo femenino. No hay nada más.
Sólo quiero pedir un momento, pero no sé a quién pedírselo, porque yo no me hago caso. Quiero tumbarme en mi enorme sofá y taparme con todos los almohadones hasta que no se me vea. Quiero dejar de hablarle a una casa de un solo habitante, dejar de hablarme a mí mismo en voz alta.
No pido tanto. Sólo un momento. 8 horas de sueño. Desaparecer durante un fin de semana. Sin noticias de Javi.
Hoy estoy triste, quiero estar triste, quiero reventar de una vez, dejar de pensar mal de mí mismo y quitarme esto del pecho. Y volver a ser yo, desenfadado, alguna vez alegre, a veces sonriendo, sin filtros a la hora de hablar, polémico, amigo, enemigo, persona. Poder mirar detrás de mis ojos y ver mi interior sin tapujos.
Sólo pido un momento. Tiempo, ten piedad de mi.

By Pollo Frito.

domingo, 18 de julio de 2010

Cuatro Ruedas Para un Hombre.

Manuel recorre la geografía sobre las cuatro ruedas de su autobús. Su vida siempre fue así. Viajaba con su abuelo que era camionero, éste tuvo que hacerse cargo de él desde que era muy pequeño.

Ya entonces se notaba que Manuel no podía estarse quieto. Cuando el pequeño lloraba, el abuelo lo subía a su camión y le daba paseos hasta que se calmaba.

A veces el abuelo se asustaba al ver la cara del niño mirando absorto la calzada. Cuando llovía, Manuel disfrutaba del espectáculo de las gotas de agua estrellándose contra el cristal, haciendo carreras llevadas por el viento. Si conducía de noche, veía el reflejo de su carita apoyada sobre la ventanilla y contando los colores de las luces de cada ciudad.

Pensó el abuelo que esa no era vida para un niño y cuando Manuel cumplió diez años, cambió el camión por un autobús y empezó a hacer viajes de pueblo a pueblo por la comarca, así el niño pudo ir al colegio y vivir en una casa hasta el día en que su abuelo murió.

Ahora es Manuel el dueño del autobús. La muerte del abuelo le dolió tanto que el único consuelo que encontró fue arrancar el motor y echarse a la carretera. Hace ya tanto tiempo, que se ha olvidado de cómo volver a casa.

Eso le gusta.

Ha intentado parar varias veces, pero es que el suelo no sabe estar quieto bajo sus pies.

Viaja de ciudad en ciudad, trabaja aquí y allá pensando que por fin ha mitigado su inquietud. Pero las únicas raíces que tenía se rompieron tiempo atrás y siempre ocurre que, en algún momento, le vuelven a seducir las líneas de la carretera, lo reclaman como el destino, como si fueran las líneas de su propia mano.

Vuelve hipnotizado por el suelo cinético, por los dibujos animados que dan cuerpo a la velocidad. La misma carretera, que para casi todos no es más que un paréntesis entre un lugar y otro, para Manuel es el mundo, la familia, su vida, el amor…

Por eso no puede evitarlo y vuelve a ella una y otra y otra vez.

En sus viajes conoce a cientos de personas y les cuenta las mismas viejas historias: De cuando vivía en el camión con su abuelo. Cuando llegaron al pueblo y empezó a ir al colegio. No le gustó el colegio hasta que aprendió a ir en bici que pronto cambió por una moto. Poco tiempo después conducía el autobús de su abuelo hasta la puerta del instituto. Y entonces su abuelo murió dejándole sólo… Las mismas viejas historias para caras siempre nuevas.

Manuel no quiere parar.

Las ciudades le parecen huertos de gente. Las montañas son presagios de su futuro incierto. Cada parada es para él un paréntesis en su camino, cada persona que conoce, un nuevo párrafo para su vieja historia.

Hace tiempo que no conduce su autobús. Manuel vuelve a ser pasajero. Con la cabeza pegada a la ventanilla, y el reflejo de su cara tan parecida ahora a la cara de su abuelo, repasa los viajes de su vida, visita a viejas amistades, recorre nuevos caminos. Intenta quedarse en casa pero no puede. Para él la carretera es como una vieja sirena que lo seduce una y otra vez.

A Manuel sólo le parará la muerte.

Si alguna vez, en un autobús, te encuentras a un hombre que se llama Manuel, escucha su vieja historia, déjale viajar con sus palabras por tu imaginación. Cuéntale hacia donde vas, vive el recorrido acompañándole. Llegarás a sitios que nunca te permitiste imaginar, y serás parte de el eterno viaje que es Manuel.

Pachuli Caracol.

jueves, 8 de julio de 2010

Hoy

Hoy me he refugiado en el humo. Me he mimetizado con la manada. Las viejas costumbres, las nuevas costumbres.
Y mientras mi pecho retumbaba sentado en una silla, he añorado el hogar. Ha sido sólo un segundo.
Me he sentado en unas escaleras de piedra. Ahora puedo hacerlo. Mientras el líquido frío bajaba por mi garganta he sentido la llamada del hogar. Pero ha sido un instante solamente.
He visto una luz al final de la calle, la he ignorado y he torcido la esquina. Ojos que han visto otros países me observaban con curiosidad. El loco que mueve la boca con unos auriculares puestos. Canto para mí, canto para no pensar.
He abierto la puerta, y mi pequeña vida me estaba esperando. Me he desnudado y me he sumido en ella.
Me conozco el techo de memoria. Otro repaso no le vendrá mal.

By Pollo Frito.

martes, 6 de julio de 2010

Publicando a escondidas

Sólo quiero caminar y no ver a esa idiota que se refleja en los escaparates a mi paso. Hoy soy pequeña, muy pequeña y no me apetece sonreír. No existe consuelo para la realidad. Solamente dedicar un rato a estar profundamente triste. En lugar de maquillarme los ojos me pintaría lágrimas por toda la cara. Cien de mis doscientas caras quieren salir al mismo tiempo y no me soporto. Hay que ver cómo es la vida. Yo, que soy de las que arrancan a aplaudir en el teatro. Ésta vez no entiendo la función. Pasan fragmentos de vida por mi mente, pero últimamente lleno mis vacíos con errores: Craso error. Parece que el resto del mundo está solamente al otro lado del viaducto, siempre al otro lado, no importa dónde esté yo. Al final del día el silencio, este silencio me abruma, no llego a entender las instrucciones. No importa, no me interesan, no creo en ellas. Los pensamientos se suceden y de vez en cuando, y sólo de vez en cuando, aparece uno positivo. La sonrisa, la certidumbre y la luz. Pronto serán más luces que sombras. No se si me gustará lo que vea, quién lo sabe? Nos escribimos a escondidas despedidas repetidas y sinceras, te echo de menos eso seguro, pero la vida está llena de sitios. No he tenido mucho tiempo de escucharme hoy, sólo un momento para llorar, que tengo muchas ganas y luego estaré preparada, y entenderé la comedia y me darán ganas de reírme a carcajadas, aunque en verdad ahora se que hay historias que no tienen chiste. Hoy no me he dejado llorar, hoy he tenido que sonreir y ha sido horrible, hoy se acabará en cuanto cierre los ojos.

Hoy pienso en voz muy baja para no escuchar lo que pienso.

By Pachuli Caracol.

domingo, 4 de julio de 2010

Nada que decir.

Una gota de sudor baja por mi espalda. Ardor de estómago.
Anoche vi las 5, vi las 6, vi las...
Las he visto todas. Colirio resbalando por mi mejilla.
Una pequeña vida ronronea sobre mí. Me da calor. Me da cariño.
Y ahora ya nos separan kilómetros de asfalto. Kilómetros de palabras.
Y me doy cuenta de que, por primera vez en mi vida, no tengo nada que decir.

By Pollo Frito